La respuesta correcta es la d. Al realizar TC abdominal con contraste para detectar posibles lesiones a distancia se diagnostica ascitis moderada perihepática y periesplénica y una lesión hipodensa en bazo que, además, está aumentado de tamaño. Dicha lesión es compatible con una posible metástasis o con un hemangioma, a lo que habría que realizar una ECO-Doppler para comprobar la naturaleza de la misma. Por otro lado, detectamos la masa ovárica como una lesión heterogénea, con densidad líquido y de partes blandas. Además, se ven lesiones características de la cirrosis hepática, tales como el contorno nodular del hígado, la atrofia del LHD y la hipertrofia del LHI.
DIAGNÓSTICO FINAL
Neoplasia ovárica izquierda, lesión esplénica y cirrosis hepática con ascitis
DISCUSIÓN:
La técnica de elección para el diagnóstico y caracterización de las neoplasias ováricas es la ecografía abdominal y/o la transvaginal. Esta última proporciona imágenes de mejor calidad y además puede detectar lesiones de pequeño tamaño (a partir de 3cm), pero no permite ver lesiones situadas más allá de 10 cm de la cúpula vaginal, por lo que lo ideal es la combinación de ambas cuando se pretende detectar una neoplasia ovárica. Así, la ecografía nos permite conocer la localización de la lesión, el tamaño, su arquitectura interna, la presencia o no de neoformación de vasos (con el efecto Doppler) y afecciones asociadas al tumor, como ascitis, que es muy frecuente. Además, es una prueba barata, disponible y de corta duración.
Ecográficamente, un tumor de alta sospecha de malignidad tiene un aspecto de masa de naturaleza sólida o mixta, con componentes sólidos y pseudotabicaciones, más sospechosas cuanto mayor sea su grosor. Además, sus límites mal definidos son indicativos de adherencia de estructuras adyacentes, como asas intestinales o el epiplón, que también es orientativo de malignidad de la lesión. Con respecto al tamaño, si bien es cierto que cuanto mayor sea este, mayor es la probabilidad de tratarse de una lesión cancerosa (pues es indicativa de un crecimiento acelerado), no debe de asumirse como una de las principales características, dado que tumores benignos con diagnóstico tardío podrían fácilmente alcanzar grandes dimensiones.
También pueden realizarse otras pruebas radiológicas con diferentes fines, como el TC y la RM, cuya utilidad principal es establecer la extensión de la lesión y su relación con el resto de estructuras abdominales. De este modo, el TC puede detectar la afectación de la pared intestinal, epiplon, hígado y ganglios. Sin embargo, no es capaz de revelar lesiones de pequeño tamaño (por ejemplo, metástasis peritoneales menores de 10 mm o ganglionares inferiores a 8), por lo que podrían pasar desapercibidas.
La RM con contraste es preferible a la TC para el diagnóstico de implantes a distancia, salvo que estén calcificados. Así, podríamos distinguir con mayor facilidad implantes a distancia con imágenes de RM con contraste potenciadas en T1 con supresión grasa, en la que veríamos nódulos realzando intensamente. Además, es el mejor predictor de la irresecabilidad del tumor, por lo que sería el método de elección de valoración prequirúrgica. Sin embargo, la RM es de menor disponibilidad, mayor coste y mayor tiempo de estudio que el TC, lo que hace de este último la prueba que más se realiza prequirúrgicamente.
Por último, mencionar que el PET puede ser útil para el seguimiento de un cáncer tratado, en la que existan marcadores tumorales elevados y las pruebas anteriores hayan dado negativas.