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Caso 30

     
 

Autor:

 

Ana García Encinar

 

 

DIAGNÓSTICO FINAL

7. DIAGNÓSTICO CLÍNICO FINAL
Adenocarcinoma de parótida con adenopatías cervicales

8. DISCUSIÓN

Los tumores de glándulas salivales son poco frecuentes: constituyen aproximadamente el 3% de los tumores de cabeza y cuello. Alrededor del 80% se trata de lesiones benignas, de forma que los tumores malignos son inusuales (5% de los tumores de cabeza y cuello). Por otro lado, la etiología es variada y poco conocida, pero destacar que existen factores de riesgo asociados a la aparición de tumores de glándulas salivales, entre ellos, la presencia de antecedentes oncológicos (importante en el caso de nuestro paciente), factores dietéticos, tabaco (tumor Warthin), radiaciones…

La media de la aparición de dichas lesiones es alrededor de los 45 años, y se aprecia principalmente por la aparición de una masa de larga evolución, lento crecimiento, móvil e indolora. La sospecha de malignidad aparece, generalmente por una lesión de crecimiento rápido, dura, fija, dolorosa o que provoque síntomas como la parálisis facial.

Ante un caso con dicha clínica, realizamos la correcta exploración física, y dentro de los estudios complementarios, destacamos las técnicas de imagen, tales como, la ecografía, la tomografía computarizada (TC) y resonancia magnética (RM), y es conveniente realizar una biopsia por aspiración con aguja fina (PAAF) para conocer histológicamente la lesión, ya que los tumores de glándulas salivales se caracterizan por su difícil diagnóstico, dada la gran variabilidad histológica que presentan.

La opción terapéutica de preferencia es la extirpación completa de la lesión, asegurando que los bordes estén libres de células tumorales, y en casos de cáncer se evalúa si es necesario recurrir a terapias complementarias, como radioterapia y quimioterapia. Además, se aconseja un seguimiento periódico para identificar casos de recaída o la aparición de nuevos tumores.

Centrándome más en el caso clínico, a este paciente, la primera prueba que se le realiza es una ECO, que como bien está indicado, es la primera prueba de elección por su elevada sensibilidad y especificidad, al tratarse de una lesión superficial de una glándula mayor. A continuación, al valorarse que la lesión era sugestiva de malignidad (lesión heterogénea, de bordes mal definidos, acompañada de ganglios patológicos), se decide realizar el TC para observar la infiltración tumoral, si desplaza estructuras, y el tamaño exacto del tumor. Por último, se decide tomar una muestra de la lesión y se realizó una PAAF guiada con ECO en la que se diagnostica histológicamente el adenocarcinoma.

Complementariamente, se solicita una RM para valorar con exactitud en T1 los márgenes del tumor, la extensión a profundidad, y su patrón de infiltración; y T2 presenta elevada sensibilidad para caracterizar si la lesión es benigna o maligna (hipointensa en T2 es sugestivo de malignidad).

Es fundamental en las lesiones tumorales, la estadificación, empleando el sistema de estadificación del “American Joint Committee on Cancer” (AJCC), que es el más utilizado y se basa en la clasificación TNM. El TNM es un sistema de clasificación del cáncer que se utiliza para describir la extensión del tumor primario (T), la presencia de metástasis en los ganglios linfáticos regionales (N) y la presencia de metástasis a distancia (M). Teniendo en cuenta dicha clasificación, al paciente se le diagnostica de adenocarcinoma de parótida: T2N2bM1. Cabe destacar que en el TC se observaron nódulos pulmonares metastásicos, de ahí su clasificación M1.

También se requiere emplear la tabla de estadificación de los tumores malignos de glándulas salivales según el sistema TNM de la AJCC, según la cual estaríamos ante un adenocarcinoma en estadío IV por la presencia de metástasis pulmonar.

El abordaje una vez diagnosticado el paciente, dependerá de la agresividad tumoral, y por tanto, del grado de diseminación del tumor. En este caso, el cáncer ha progresado hasta el estadio IV, lo que significa que se ha extendido más allá de la glándula parótida y se ha propagado a otras partes del cuerpo, como son los ganglios linfáticos cercanos, y a órganos distantes (en este caso, al pulmón). La cirugía es el tratamiento de elección en el cáncer de parótida, y consiste en la resección total o parcial de la glándula con márgenes adecuados, asegurando que estos estén libres de células tumorales.

En nuestro caso, al ser una neoplasia maligna que infiltra estructuras circundantes, el tratamiento de elección, y lo que se realiza correctamente al paciente es la parotidectomía radical. En esta, se extirpa no solo la glándula parótida, sino también los ganglios linfáticos cercanos y cualquier otro tejido circundante que pueda estar comprometido por el cáncer. Además, es necesario complementar con radioterapia, al tratarse de un tumor maligno que, por tanto, requiere un exhausto control locorregional para evitar recidivas y que se propague más aún.

En conclusión, cabe destacar:

  • Ante una masa palpable, la primera prueba de elección es la ecografía para orientar la lesión.
  • Si la lesión es sospechosa de malignidad, debemos completar, sin demoras, el estudio con un TC y RM para conocer su extensión, márgenes, infiltraciones, y valorar adenopatías o posibles metástasis.
  • En caso de sospecha tumoral maligna, realizamos PAAF guiada con ECO para clasificar histológicamente la lesión.
  • La complicación más frecuente en caso de una neoplasia maligna, si no actuamos rápidamente, es la metástasis a distancia.
  • El tratamiento de elección es la cirugía, tanto para lesiones benignas como malignas. Estas últimas requieren complementarse con radioterapia.

 

 

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