DIAGNÓSTICO FINAL: Osteoclastoma (tumor de células gigantes) del hueso grande.
DISCUSIÓN
El tumor óseo de células gigantes (TCG), también conocido como osteoclastoma, es una neoplasia osteolítica benigna, expansiva y muy agresiva, recurrente localmente con destrucción del tejido óseo e infiltración de partes blandas. Afectan con mayor frecuencia a personas en la tercera y la cuarta décadas de la vida, y suelen aparecer en las epífisis y el área distal epifisaria-metafisaria.
El diagnóstico requiere de una buena correlación clínico-radiológica y un análisis histopatológico adecuado, ya que su sintomatología no es específica, presentándose muy variable: dolor (síntoma de comienzo de la patología; al igual que en este caso clínico) e impotencia funcional acompañada de debilidad y atrofia muscular de la extremidad. Sin embargo, algunos pacientes suelen ser asintomáticos hasta el momento en que desarrollan una fractura patológica.
Rx simple. Las radiografías simples son la primera prueba para identificar y caracterizar un tumor óseo, pues se trata de un método sencillo, económico y de fácil acceso. Por lo general, las lesiones sospechosas de tumores requieren una evaluación con estudios de diagnóstico por imágenes adicionales (TC o RM) y biopsia. Sin embargo, los tumores con hallazgos radiológicos clásicos para lesiones benignas no lo requieren a menos que el paciente tenga dolor en la región de la lesión (como ocurre en el caso clínico: probablemente benigno pero doloroso).
Los signos radiológicos que sugieren TCG incluyen lesión osteolítica de bordes esclerosos bien delimitados, y ausencia de reacción perióstica o endóstica. Además, el tumor tiene posición excéntrica y expansiva.
Por otro lado, es importante el diagnóstico diferencial con el encondroma (tumor también benigno y lítico, pero se vería como un área calcificada lobulada dentro del hueso o como áreas de calcificación punteada) y con osteosarcoma (tumor maligno con hallazgos radiológicos de destrucción ósea y reacción perióstica espiculada e irregular, con contornos más difusos y mal definidos). Otra diferencia importante, es que el TCG no forma matriz ósea, al contrario que el osteosarcoma y el quiste óseo aneurismático.
RM. La resonancia magnética ha sustituido a la tomografía computarizada (TC) como prueba de elección en la determinación de la extensión de enfermedad local. Aunque la TC detalla mejor la extensión de la destrucción ósea, la RM tiene mayor sensibilidad (siendo muy válida para el diagnóstico precoz), así como también presenta la ventaja de proporcionar imágenes axiales múltiples, un mayor detalle en la valoración del componente de partes blandas y en la relación del tumor con estructuras adyacentes.
Como se observa en el caso, el TCG presenta una intensidad de señal de baja/intermedia (hipointensa) en la imagen ponderada en T1. Lo característico es la invasión de partes blandas, que está erosionando la cara dorsal del hueso grande. En cambio, para el diagnóstico diferencial de un encondroma, habría ausencia de esta infiltración.
Con RM no podemos determinar el grado de diferenciación celular, y por tanto es difícil que lleguemos a determinar la composición histológica de una neoplasia. Por ello, es necesario la combinación de ambas informaciones obtenidas en RM y biopsia para un diagnóstico de TCG.
Biopsia. Incluso con un alto grado de sospecha, se requiere una biopsia para confirmar el diagnóstico de TCG. Esto es cierto para cualquier tumor óseo, ya que las lesiones sospechosas requieren una evaluación minuciosa de malignidad. La biopsia guiada por imágenes con ecografía o TC es el método más aceptado.