Diagnóstico final
Cáncer de mama
Discusión
El estudio de la mama, en nuestro caso mediante la imagen, debe completarse siempre con una valoración clínica del radiólogo a la hora de hacer un informe. Debe incluirse una anamnesis, el motivo del estudio y los antecedentes del paciente y factores de riesgo. En esta discusión se tratarán las técnicas radiológicas y el cáncer de mama de forma separada:
Pruebas radiológicas y BAV
Generalmente, clasificamos las técnicas radiológicas en dos tipos:
• No invasivas. La amplia mayoría de pruebas; en ellas incluimos la mamografía
simple, la tomosíntesis, la ecografía, la elastografía y la resonancia magnética.
• Invasivas. En ellos, hay una disrupción de continuidad en la piel o contacto con
mucosas y cavidades internas más allá de un orificio natural; tales como son la
administración de contraste intravenoso y la galactografía.
La mamografía es una técnica que utiliza radiaciones ionizantes (rayos X) para la obtención de las imágenes, similares a las radiografías. Es el método más utilizado en todo tipo de pacientes, tanto con síntomas de patología mamaria como asintomáticas. Un estudio de mamografía convencional incluye dos proyecciones básicas: craneocaudal (CC) y oblicua mediolateral (OML).
La mamografía es la primera prueba que se realiza a todas las pacientes mayores de 30 años, y en pacientes menores de 30 años con sintomatología no aclarada. Se suele realizar en tándem con la ecografía, que es la técnica de elección en pacientes menores de 30 años. Como nuestra paciente tiene síntomatología, esta es la prueba de elección
La ecografía, por su parte, no utiliza radiaciones ionizantes. Se fundamenta en la transducción de ultrasonidos mediante el efecto piezoeléctrico de unos cristales contenidos dentro de una sonda.
En la mama, se emplean sondas lineales de alta frecuencia (7 y 12 MHz), ya que permiten visualizar con gran detalle las estructuras más superficiales como son la piel, los conductos galactóforos o los ganglios linfáticos.
Debido a que no se utilizan radiaciones ionizantes, la ecografía es la técnica de elección en pacientes menores de 30 años, además de en embarazadas y lactantes; aunque también se utiliza cuando hay sospecha de un cuadro infeccioso, cuando existe una duda diagnóstica tras una mamografía, como guía para el intervencionismo o para el estudio de las prótesis mamarias.
Los hallazgos se categorizan según la clasificación BI-RADS, que les asocia una probabilidad de malignidad:
•BI-RADS 0. Hallazgos no concluyentes que necesitan pruebas adicionales
•BI-RADS 1. Estudio normal
•BI-RADS 2. Hallazgos benignos como quistes o fibroadenomas calcificados
•BI-RADS 3. Hallazgos probablemente benignos (<2% de malignidad) como fibroadenomas
•BI-RADS 4. Hallazgos sospechosos de malignidad (2%-94% de malignidad), que se categorizan como 4a, 4b o 4c
•BI-RADS 5. Hallazgos de alta sospecha (>95% de malignidad), como nódulos espiculados y calcificaciones pleomórficas finas
•BI-RADS 6. Malignidad confirmada tras estudio histológico
En cuanto a la BAV, se trata de un sistema de corte y aspiración mediante cánulas de calibre mayor (8G-10G). Una vez se atrae la lesión hacia la punta de la cánula, un bisturí giratorio discurre por la misma y corta las muestras de forma continua y contigua, obteniendo así mayor cantidad de muestra que con la BAG con trucut.
En cuanto al abordaje ecoguiado, no difiere de la BAG. Con estereotaxia, supone la
técnica idónea para la biopsia de calcificaciones.
Debido a que se puede realizar la exéresis completa de la lesión (equivalente a
cirugía), se deben colocar marcadores para localizar el lecho donde una vez se
encontraba la lesión en caso de recidiva o resección quirúrgica posterior.
Se emplean principalmente en el estudio de calcificaciones y distorsiones de la
arquitectura normal, aunque son el método de elección como segunda biopsia tras el resultado histológico de alto riesgo o incongruente.
También se emplea para la exéresis percutánea de nódulos benignos de hasta 3
cm, para lesiones papilares intraquísticas o intraductales, y para el tratamiento de
ginecomastia, drenaje de abscesos y resección de fístulas galactofóricas.
Tras realizar la exéresis de calcificaciones, a las piezas resultantes se les realiza un control radiológico para asegurar que se ha resecado por completo la lesión y hace un control mamográfico a la paciente para asegurar que el marcador está bien colocado.
Cáncer de mama
El cáncer de mama es el tumor maligno más prevalente en mujeres, pues se estima que 1 de cada 8-10 mujeres lo desarrollará a lo largo de su vida. Cada año, se diagnostican casi un millón y medio de casos nuevos, y en España, se diagnostica de promedio a más de 30000 mujeres al año, lo que supone un 30% de todos los tumores que afectan a la mujer. La mayor parte de los casos se detectan entre los 35 y 80 años, con un pico de incidencia entre los 45 y 65; y se describe como la principal causa de muerte entre las mujeres de 35 a 54 años (6000 muertes al año), con una supervivencia global a 5 años del 85%.
En el cáncer de mama, las campañas de cribado han ayudado a reducir su mortalidad un 30%. La técnica empleada es la mamografía, pues se utiliza para el diagnóstico de lesiones benignas y malignas de la mama y tiene una sensibilidad del 90%; mientras que un examen físico detecta menos del 50% de los tumores por su tamaño.
Una de las principales limitaciones de la mamografía son las mamas densas, por lo que es habitual recurrir a la ecografía como prueba complementaria. También se utiliza la RMN para la estadificación locorregional de lesiones sospechosas y como prueba prioritaria en pacientes con factores de riesgo de cáncer heredofamiliar.
Tanto la mamografía como la ecografía se utilizan como guías para procedimientos
intervencionistas para localizar y marcar las lesiones. Para aumentar la precisión
diagnóstica, se debe disponer de exámenes previos para comparar hallazgos.
En la mayoría de programas de cribado en España se incluyen a las pacientes con mayor riesgo de padecerlo, entre los 50 y los 69 años. El programa de la Región de Murcia, en 2023, incluye a mujeres de 45 a 74 años, siendo la primera comunidad en todo el país en iniciar el screening con una edad tan baja. El seguimiento de las pacientes se realiza cada 1-2 años con mamografías, de forma que hay exámenes previos con los que comparar y ver la evolución de la paciente, con o sin síntomas.