DIAGNÓSTICO FINAL: tumor de estirpe neurogénica en mediastino posterior.
DISCUSIÓN
El dolor torácico es un síntoma de consulta frecuente en las consultas de pediatría, siendo en un 98% de etiología respiratoria y en un porcentaje mucho menor de etiología cardiaca, relacionadas estar últimas en su mayoría con enfermedades congénitas. En estos casos, tras realizar una buena anamnesis y exploración física, lo conveniente es realizar un radiografía de tórax para esclarecer la causa del dolor.
Radiografía de tórax
Hemos de tener en cuenta que los protocolos de realización de este procedimiento son diferentes a los del adulto ya que en ellos se debe reducir al máximo la dosis de radiación, realizando así las mínimas pruebas posibles (principio ALARA). Por esto solo se emplea una proyección, prescindiendo de la proyección lateral en la mayoría de las ocasiones. Cuando el niño se muestra colaborador, realizaremos, como en este caso una proyección PA ya que muestra una mayor resolución que la AP, que se lleva a cabo en niños no colaboradores o muy pequeños.
Es importante valorar cuál es la calidad de la radiografía (grado de inspiración, orientación…) para poder comenzar a valorarla sistemáticamente.
En este caso observamos una gran masa mediastínica derecha con bordes bien definidos. Para saber si esta se encuentra en el mediastino anterior o posterior, algo que nos puede orientar en la etiología, podemos hacer uso del signo de la silueta. Este consiste en comprobar si se ve la silueta cardiaca sobre la masa; si es así, la masa será posterior, como la mostrada en la radiografía del caso que nos concierne.
Como se ha comentado, es útil conocer la localización de la masa, así como la edad del paciente para saber cuál es su etiología. En niños, cuando la masa se sitúa en el mediastino posterior, suele deberse a tumores de estirpe neurógena y en menor medida a linfomas, lesiones esofágicas y lesiones óseas.
Como se ha podido comprobar, esta prueba nos ha permitido determinar la ubicación, tamaño, número de las masas torácicas, así como establecer un diagnóstico diferencial. Sin embargo, son necesarias más pruebas para caracterizar la lesión, su extensión y su relación con otras estructuras. En este caso, se decide realizar una ecografía.
Ecografía de tórax
La prueba realizada en este caso para comprobar más precisamente la localización de la lesión y caracterizarla ha sido la ecografía. Esta técnica se suele usar con mucha frecuencia en pacientes pediátricos por su ausencia de irradiación y comodidad, además de no requerir sedación.
Además, nos brinda la posibilidad de determinar el contenido de la masa y así orientar la etiología hacia maligna o benigna, así como descartar que se deba a un aumento del tamaño del timo y que la masa se asemeje a este órgano.
En nuestro caso, vemos que la masa efectivamente se sitúa en la parte posterior del tórax y que es extrapulmonar (mediastino posterior). El contenido es heterogéneo y no se parece al parénquima normal de los órganos de la zona, algo que nos debe llevar a pensar que estamos ante un tumor maligno. Relacionando esto último con las etiologías más frecuentes del mediastino posterior en niños, a partir de ahora orientaremos el diagnóstico a la caracterización de un tumor de estirpe neurógena.
Esto último debe realizarse mediante la colaboración con Anatomía Patológica al realizar una biopsia. Otras pruebas se pueden indicar son el TC y la RM, con las limitaciones comentadas de la irradiación en el primer caso y la sedación en el segundo.