El reflujo vesico-ureteral (RVU) consiste en el paso retrógrado de orina desde la vejiga a cualquier nivel del tracto urinario superior (uréteres, sistemas colectores y riñones). Es la uropatía más frecuente en la infancia (la prevalencia disminuye con la edad). Clínicamente puede cursar de forma asintomática o como una infección del tracto urinario (ITU). Para diagnosticarlo se emplea la cistografía.
El RVU se clasifica, según el grado de reflujo, del I al V. Se considera grado II cuando el reflujo es total y compromete uréter, pelvis y cálices, sin dilatación y con fórnices normales. Es grado III cuando el reflujo es total y hay, además, dilatación y tortuosidad del uréter, moderada dilatación de la pelvis y los cálices y leve abombamiento de fórnices.
Ante un paciente pediátrico que acude por afección abdominal lo primero que debe realizarse siempre es una ecografía. En este caso, la ecografía reveló una dilatación de la pelvis y los cálices renales, por lo que se solicitó la realización de una CUMS, que es el método de elección para diagnosticar el RVU. Esta prueba permite el estudio del aparato urinario inferior mediante fluoroscopia y radiografías tras la introducción de contraste en la vejiga a través de una sonda uretral. Define la anatomía de la vejiga y la uretra y permite valorar el grado de reflujo.