La prueba de elección es la mamografía debido a su alta sensibilidad y especificidad para detectar el cáncer de mama incluso en los estadios más precoces. Además es una técnica de bajo coste, gran disponibilidad, fácil acceso a la población, no es invasiva y no causa daño, ya que la cantidad de radiación recibida es mínima. Todas estas características la convierten en el gold estándar para esta patología.

Se utiliza tanto para la detección del cáncer temprano de mama como para el estudio de pacientes en las que se observan alteraciones clínicas, como es este caso.

A pesar de ello, la mamografía tiene algunas limitaciones, especialmente en las mujeres jóvenes, debido a que sus mamas suelen tener un tejido glandular denso. En ese caso, se complementa con una ecografía.