En este caso observamos dos imágenes con ventana de pulmón, donde se aprecia un mínimo neumotórax en el lóbulo superior derecho. Este hecho es uno de los grandes inconvenientes que tiene la PAAF en dicha zona.
Diagnóstico Definitivo:
La PAAF determinó que la masa correspondía a un adenocarcinoma de pulmón.
Las formas más comunes de cáncer de pulmón reciben nombres que dependen de las características de las células de las cuales derivan, distinguiéndose dos grandes grupos:
Carcinomas de células pequeñas o microcíticos: Su nombre deriva del tamaño de sus células (microcítico: células muy pequeñas). Un 20% de los cánceres de pulmón son de este tipo. Se localiza preferentemente en la zona central de los pulmones, pudiendo comprimir vasos u órganos localizados en ese nivel (vena cava, etc.). Se caracterizan por su alta agresividad y crecimiento rápido.
Carcinomas no microcíticos: representan el 80% restante de los cánceres de pulmón. Los tipos más frecuentes son:
Adenocarcinoma: Representa el 30% de los carcinomas no microcíticos. Es el menos relacionado con el consumo de tabaco, pero aun así es más frecuente en fumadores. Suele aparecer más entre las mujeres y localizarse en zonas más periféricas de los pulmones, por lo que frecuentemente afecta a la pleura y pared torácica.
Carcinoma escamoso o epidermoide: Es la variedad de cáncer broncopulmonar más frecuente en nuestro país, representando el 40% de los carcinomas no microciticos. Suele localizarse en la parte central de los pulmones, y con frecuencia se necrosa en su interior y se asemeja a un absceso. Tiene un crecimiento relativamente lento.
Carcinoma de células grandes: Se denomina así por el tamaño de las células que lo componen. Es el tipo menos frecuente de los carcinomas broncopulmonares, representando el 10% de ellos.
Con todo esto, hemos visto la importancia que tiene en radiología conocer la historia clínica del paciente, por ejemplo, el adenocarcinoma no tiene sintomatología, sin embargo, al ver que es fumador le hemos hecho una placa de tórax en la que hemos encontrado una patología reseñable. Por otra parte, hemos comprobado la necesidad de realizar una secuencia diagnóstica elaborada, pues de una simple disuria hemos obtenido un adenocarcinoma de pulmón. Esta secuencia, por tanto, nos ha permitido obtener el mejor diagnóstico posible, el cual a su vez, nos ayudará a determinar el tratamiento más adecuado para el paciente.