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Caso 59

     
 

Autor:

 

Ángela Báguena Pérez-Crespo

 

 

DIAGNÓSTICO FINAL

AL realizar la TC de tórax se observa un moderado derrame pleural bilateral y una cardiomegalia debida al derrame pericárdico que se evidencia muy bien en la reconstrucción coronal. Al realizar la TC con contraste IV yodado podemos identificar muy bien las diferentes densidades, por ello, se observa que la densidad del contenido pericárdico que rodea al corazón es una densidad líquido (derrame) y que no tiene una consistencia de sangre como sería en un hemopericardio ya que la hemorragia se observa más densa. En el caso del neumopericardio sería fácilmente descartable porque la densidad aire sería como la que encontramos en los campos pulmonares y hubiese sido visible también en la radiografía previa. No hay masas pericárdicas. Por otro lado las imágenes muestran un realce del pericardio con el contraste yodado como consecuencia de la inflamación que padece.

DIAGNÓSTICO

PERICARDITIS con DERRAME PERICÁRIDCO.

DISCUSIÓN

Tradicionalmente la RM y la TC torácica se han usado como pruebas complementarias a la ecocardiografía en el diagnóstico y el estudio de enfermedades relacionadas con el pericardio. No obstante, tanto la TC como la RM ofrecen una excelente resolución de la anatomía tanto cardíaca como del pericardio, además contribuyen a una localización mucho más precisa de lesiones, grosores del pericardio, masas, anomalías congénitas, etc. Asimismo ofrecen imágenes de mejor calidad que las de una ecocardiografía, pues incluyen al completo la caja torácica, permiten hacer reconstrucciones, cortes milimétricos y diferentes proyecciones, además de que facilitan enormemente el estudio de las partes blandas, el cual está muy limitado en la ecocardiografía debido a la peor calidad de la imagen. En aquellos pacientes en los que se sospecha de algún tipo de afectación en el pericardio o el taponamiento del mismo, la primera prueba que se lleva a cabo es la ecocardiografía. Entre sus ventajas se incluye el hecho de que no se utiliza radiación ionizante además de su elevada disponibilidad, no obstante tiene numerosas limitaciones como son la escasa ventana en la que se obtiene una imagen y la dificultad a la hora de localizar alteraciones o lesiones cuando estas son pequeñas o se encuentran en una localización poco común. Asimismo la ecocardiografía transtorácica, que es la que se realiza habitualmente, no es un método muy preciso a la hora de evaluar el grosor del pericardio asociado a la pericarditis y la distinción entre pericarditis constrictiva y miocardiopatía restrictiva, sin embargo la ecocardiografía transesofágica parece ser más útil para evaluar dichos parámetros si bien, es un método invasivo y de más costosa realización. Por otro lado, la TC y la RM como ya hemos mencionado ofrecen ventajas en cuanto a una mejor resolución y una imagen más completa al incluir los pulmones y la totalidad del mediastino. Al hacer cortes milimétricos no es necesario el uso de un transductor, por lo que es una técnica mucho menos operador-dependiente de lo que es la ecocardiografía. Además, la TC permite la identificación de calcificaciones del pericardio (indicativas de una pericarditis constrictiva), y la caracterización de distintas masas. Entre las desventajas de la TC está el uso de contraste intravenoso yodado (que puede dar reacciones alérgicas) y el uso de radiación ionizante entre otros. La RM permite una gran diferenciación del pericardio sin necesidad de utilizar ni contraste ni radiación ionizante. Ofrece además, una mejor caracterización del pericardio que la TC y la ecocardio al utilizar y comparar entre las imágenes en T1 y T2. Cuando hay un derrame pericárdico la ecocardiografía tiene una elevada sensibilidad y especificidad, además de ser una prueba inocua y poco costosa, si bien tanto la TC como la RM deben utilizarse en caso de encontrar hallazgos en la ecocardiografía sean inconcluyentes o difíciles de interpretar y caracterizar como un derrame muy pequeño difícil de diferenciar de un pericardio levemente engrosado, una hemorragia, un exudado purulento, o una masa pericárdica, gracias a su mayor capacidad de atenuación y diferenciación de densidades en TC e intensidades en RM. Por tanto, el pericardio puede verse afectado por infecciones, neoplasias, y demás lesiones y por ello, aunque la ecocardiografía sea el primer paso a llevar a cabo ante una sospecha de patología en el mismo, la TC y la RM ofrecen numerosas ventajas a la hora de caracterizar lesiones y precisar al máximo en el diagnóstico final y su localización, por ello deben utilizarse cuando los hallazgos sean difíciles de interpretar o no concuerden con la clínica presente en el paciente.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

1.

Dmedicina.com. Pericarditis [sede Web]; 2015 [actualizada el 22 de octubre de 2015; acceso 12 de abril de 2016]. Disponible en: http://www.dmedicina.com/enfermedades/enfermedades-vasculares-y-del-corazon/pericarditis.html

2.

NLM. Pericarditis [sede Web]; 2014 [actualizada el 6 de abril de 2016; acceso 12 de abril de 2016]. Disponible en: https://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000182.htm

3.

EMPUC. Enfermedades del pericardio [Sitio web]; 2015 [actualizada el 10 de abril de 2016; acceso 13 abril de 2016]. Disponible en: http://escuela.med.puc.cl/paginas/cursos/cuarto/integrado4/cardio4/Cardio37.html

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