La radiografía de tórax tiene una eficacia global del 70-80% para el diagnóstico de sospecha de enfermedad, por lo que continúa siendo el procedimiento básico más importante. Además, la presencia de anormalidades en ella permite “detectar” algunas enfermedades antes de la aparición de los síntomas. Este método nos permitirá hacernos una idea tridimensional de dónde se localizan las posibles lesiones, que se manifestarán radiológicamente como anormalidades de la región hiliar, alteraciones del parénquima pumonar (aumento o disminución de la radio-opacidad, nódulos, masas, obstrucciones…), y alteraciones de las estructuras intratorácicas extrapulmonares (ensanchamiento del mediastino, afectación costal, derrames pleurales o alteraciones del diafragma). Junto a esto, también es imprescindible para seleccionar el procedimiento más adecuado para la obtención de muestras si es necesario.
En este caso, la historia clínica (fumador, con tos persistente que no remite) orienta a una posible afectación tumoral del pulmón, por lo que se elige Rx de tórax para valorar el tipo de lesión que pueda existir, así como la localización de esta.
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