DIAGNÓSTICO FINAL: Adenocarcinoma de páncreas
Lesión neoplásica maligna de cabeza de páncreas. Se realizó biopsia, cuya AP confirmó un adenocarcinoma cefálico de páncreas.
Este tumor tiene su máxima incidencia entre la sexta y octava décadas de la vida, con especial preferencia por varones, fumadores, personas de raza negra y diabéticos. Tiene una elevada mortalidad, con una tasa de supervivencia a los 5 años del 20%. El 60% de los tumores primarios se originan en la cabeza del páncreas y se generan la gran mayoría a partir del epitelio ductal [5].
En cuanto a la secuencia diagnóstica, la ecografía en general es la técnica de elección en el estudio inicial de la patología abdominal. En el caso de la pancreatitis aguda, según los estudios consultados, los parámetros de sensibilidad y especificidad no son muy altos [2], aunque mejoran a las 48 horas de evolución del proceso [1]. Además, en los casos de litiasis o calcificación, la ecografía puede no detectar los depósitos pequeños. Sin embargo, su papel en el diagnóstico de la pancreatitis crónica es más relevante por las alteraciones morfológicas que presenta el páncreas (sensibilidad del 60-70% y especificidad del 80-90%) [1, 2]. Por lo tanto, se justifica la utilización de la ecografía para evaluar una posible cronificación del proceso agudo que sufrió el paciente, además de por su evidente coste-efectividad.
Los hallazgos ecográficos han de ser estudiados con prudencia, ya que el diagnóstico diferencial tiene implicaciones terapéuticas y pronósticas importantísimas. El diagnóstico diferencial se realiza con una pancreatitis focal o con una masa localizada en pancreatitis crónica. Lo que más frecuentemente encontramos, en el caso de carcinoma pancreático, es una masa hipoecogénica con respecto al parénquima normal, de más de 2 cm, con dilatación del conducto de Wirsung y dilatación de la vía biliar en los tumores cefálicos [1]. La evaluación técnica de la prueba muestra sensibilidades muy bajas, en comparación con especificidades importantes [2]. Esto justifica la necesidad de pruebas complementarias, sobre todo que nos permitan evaluar con alta fiabilidad la malignidad de la lesión.
Los estudios consultados en general dan prioridad al TAC abdominal para la confirmación y estadificación del carcinoma pancreático, quizá por antigüedad, pero siempre advirtiendo la posible importancia del PET-TAC [3]. En cualquier caso, un estudio más reciente muestra sensibilidades de hasta 100% y valores predictivos excelentes [4]. La imagen funcional de la captación de FDG18 sumada a la capacidad de resolución anatómica que ofrece el TAC nos permite determinar de forma fiable la malignidad de la lesión y proceder a la caracterización anatomopatológica.