Con los hallazgos expuestos podemos afirmar que la paciente tiene una masa pancreática compatible con un adenocarcinoma que obstruye la salida del conducto biliar común, dilatando por tanto el conducto de Wirsung y la vía biliar. La trombosis probablemente se deba a la infiltración tumoral. No hay datos de pancreatitis aguda ni tampoco de linfoma retroperitoneal. El sarcoma pancreático nunca sería una primera opción ya que su incidencia es inferior al 0.01%.
DIAGNÓSTICO FINAL: Adenocarcinoma de páncreas
DISCUSIÓN
En un primer lugar realizamos una ecografía abdominal, en consonancia con Martínez y cols. (2014), los cuales afirman que el estudio inicial en pacientes con sospecha clínica de afectación hepato-bilio-pancreática es la ecografía abdominal, debido a su inocuidad y amplia disponibilidad.
Esta técnica permite además detectar la neoplasia pancreática (hipoecoica y mal definida), valorar la vía biliar/conducto pancreático, evaluar las estructuras vasculares peripancreáticas (técnica Doppler color), metástasis hepáticas y en ocasiones implantes peritoneales.
Posteriormente se decidió la realización del TC para estadificar la neoplasia y valorar las posibilidades terapéuticas. Tal y como afirman Martínez y cols. (2014), el TC es el método de imagen más ampliamente utilizado para la caracterización y evaluación preoperatoria del adenocarcinoma pancreático. Coincidiendo también con Vaño y cols (2012), que exponen que el estudio radiológico de elección ante la sospecha de un adenocarcinoma de páncreas es el TC con contraste intravenoso.
Para estadificar el tumor utilizamos el TC, ya que como afirman Carreño y cols. (2012) dicho estudio radiológico sirve para valorar el tamaño y la localización del tumor, características de benignidad o malignidad, así como la presencia o no de invasión vascular, existencia de adenopatías o enfermedad a distancia con el fin de determinar la resecabilidad de la masa.
Nuestro diagnóstico final fue un adenocarcinoma pancreático, que según García Boroboia y cols. (2009) representa la quinta causa de muerte por cáncer, con una incidencia mayor en el varón y en fumadores y con una edad media de aparición a los 64 años.