Podemos observar una masa patológica que probablemente esté formada por un conjunto de ganglios, con un eje de más de 1 cm. Ocupa el espacio retroperitoneal y retrocrural, rodeando a los grandes vasos, con densidad similar al músculo, que no capta contraste, y no infiltra (característico del linfoma). Además, podemos apreciar un aumento del tamaño del bazo, lo cual nos orienta hacia el diagnóstico de una enfermedad linfoproliferativa. La tomografía computarizada es la técnica de imagen empleada normalmente para el estadiaje de esta enfermedad.
Diagnóstico final
Linfoma.
Discusión
Los linfomas son tumores malignos del sistema linforreticular, que desde una clasificación muy general podemos clasificar en linfomas de Hodgkin y linfomas no Hodgkin (más frecuentes). A su vez dentro de estos grupos, se dividen en otras muchas variedades, diferenciándose entre ellos mediante sus patrones histopatológicos, comportamiento biológico y curso clínico característico.
Según diversos estudios en pacientes diagnosticados con linfoma, más de la mitad poseen una radiografía de tórax sin hallazgos patológicos. Dentro de aquellos con alteraciones, las adenopatías mediastínicas fueron las presentadas con mayor frecuencia (como las presentadas en este caso). Señalar que las alteraciones radiológicas son más frecuentes en la enfermedad de Hodgkin que en los linfomas no Hodgkin.
El compromiso del parénquima pulmonar es raro en etapas iniciales, pero puede producirse en casos más avanzados, en aquellos con recaídas o en linfomas resistentes al tratamiento. La infiltración pulmonar puede ocurrir por contigüidad, a partir de adenopatías hiliares o mediastínicas. Suelen describen patrones característicos como: nódulos pulmonares, patrón reticular con líneas septales resultantes de la obstrucción del drenaje linfático o venoso, o consolidación lobar o segmentaria con signo del broncograma aéreo. También se han descrito otras alteraciones como derrame pleural, lesiones cavitarias, o atelectasias pulmonares.
También destacar la técnica del PET-TAC en esta patología, a pesar de que no aparezca dentro del caso. No se utiliza como método diagnóstico, pero sí para el estudio durante el tratamiento, y tras su finalización, pues posee una gran sensibilidad para detectar recidivas en masas adenopáticas residuales, discriminando entre tejido fibrótico y neoplásico. Aún así, no hay evidencias para el uso del PET-TAC como método rutinario de vigilancia pues en un gran porcentaje, las recidivas del linfoma pueden detectarse directamente con la historia clínica del paciente, sin necesidad de pruebas de imagen. El tratamiento de los pacientes con linfomas incluye la radioterapia y la quimioterapia.
Como vemos, hoy en día las técnicas de imagen son imprescindibles para el diagnóstico, estadiaje, y pronóstico de ésta enfermedad, desempeñando el radiólogo un importante papel dentro del grupo multidisciplinario que atiende a los pacientes con linfomas.