DIAGNÓSTICO FINAL
Hemangioma hepático
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El patrón de oro diagnóstico de la presencia de cálculos biliares es la ecografía por su alta sensibilidad, debido a que con ella se podría comprobar la presencia de focos ecogénicos en el interior de la luz de la vesícula, normalmente con sombra acústica posterior; además de otros posibles hallazgos patológicos de la vía biliar. Sin embargo, a pesar de que se podría plantear la realización de una radiografía por lo accesible que resulta la técnica, no suele ser útil para el diagnóstico de las enfermedades hepatobiliares, ya que, salvo que los cálculos sean grandes o estén calcificados, no se podrían identificar.
Sin embargo, al realizar la ecografía abdominal no se muestran evidencias de alteraciones en vesícula biliar y de forma incidental se identifica una lesión focal hepática no conocida de bordes bien definidos e hiperecogénica con respecto al parénquima hepático.
La TC multifasica (4 fases) permite caracterizar las lesiones hepáticas mediante la combinación de imágenes obtenidas antes y después de la administración de medio de contraste intravenoso, resultando más especifica que el TC simple; ofreciendo con ello la posibilidad de estudiar el comportamiento de las lesiones en las diferentes fases vasculares. De esta forma se pueden caracterizar lesiones hepáticas benignas y malignas con base en su comportamiento con el medio de contraste.
Ante un hallazgo de masa hepática se debe realizar un TC abdominal multifásico para comprobar el patrón de realce de la lesión y poder dirigir el diagnóstico en función de dicho patrón. Se puede comprobar en las distintas fases del estudio que la lesión realza de forma heterogéna, mostrando un realce periférico en anillo en fase arterial que progresa de forma centrípeta en fases portal y tardía, permaneciendo ligeramente hiperdenso con respecto al parénquima en fase tardía.
DISCUSIÓN
Los hemangiomas hepáticos son lesiones hepáticas hipervasculares no neoplásicas benignas; es el tumor hepático benigno más frecuente. Histológicamente consiste en espacios vasculares delimitados por endotelio y separados por septos fibrosos; según la nomenclatura más reciente, estas lesiones se conocen como malformaciones venosas de flujo lento. Pueden ser únicos (con mayor frecuencia) o múltiples.
La etiología es desconocida, pero se cree que se debe a hamartomas congénitos o dilatación de vasos sanguíneos existentes en tejidos que se desarrollaron normalmente. Se desconoce la patogenia exacta pero es probable que se deba a vasculogénesis anormal y angiogénesis, pudiendo estar implicado el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF). El aumento en el tamaño de la lesión se cree que resulta de ectasia (dilatación) progresiva y no por hipertrofia o hiperplasia. Por otro lado, se ha comprobado el papel que ejercen en la patogénesis, las hormonas sexuales femeninas, pues se han realizado estudios en relación al crecimiento del hemangioma hepático durante el embarazo o con el uso de anticonceptivos orales, pero las evidencias halladas son limitadas y no se ha podido establecer un vínculo causal.
En cuanto a la clínica, por lo general resultan asintomáticos, demostrándose como un hallazgo casual por estudios de imagen realizados por otras causas, como en este caso en concreto. Sin embargo, los hemangiomas hepáticos más grandes (> 4 cm) pueden ser sintomáticos, presentándose como dolor en el hipocondrio derecho o sensación de masa en el epigastrio, además, entre un 11% y un 14% de los pacientes pueden presentar dolor abdominal mal definido debido a la presión sobre estructuras adyacentes.
Por último, respecto al tratamiento, los corticoides han constituido la primera línea de los hemangiomas hepáticos sintomáticos, sin embargo, otras opciones terapéuticas son la embolización y el tratamiento quirúrgico. A pesar de ello, desde el 2008 el propranolol se ha utilizado con éxito; actúa deteniendo el crecimiento de la lesión durante la fase proliferativa e induciendo una rápida involución, hechos que no se han observado con otros tratamientos.