DIAGNÓSTICO FINAL: Hematoma intraparenquimatoso agudo en ganglios basales izquierdos con comunicación intraventricular.
Ante un cuadro de déficit neurológico agudo, la prueba de elección es una TC craneal, pues es la técnica ideal para realizar un cribado rápido de pacientes. En este caso que se tenía sospecha de ICTUS el diagnostico debe ir orientado en dos aspectos:
•En primer lugar, y durante la fase hiperaguda, confirmar el diagnóstico de ictus, determinar el tipo de ictus (isquémico o hemorrágico), establecer la topografía y extensión de la lesión y conocer la situación del sistema vascular.
•En segundo lugar, conocer las causas que originaron el ictus con vistas a iniciar la prevención secundaria.
En definitiva, la TC es un método diagnóstico fácil, accesible y disponible en la práctica. Al contrario de lo que ocurre en la RMN, que a pesar de ser mucho más sensible es una técnica más lenta y muy costosa y por ende tiene una disponibilidad menor.
Además, con la TC podemos obtener información detallada acerca de lesiones craneales como infartos, tumores y otras lesiones.
Los pacientes con una HIC en una localización típica de HIC hipertensiva y con una historia clínica compatible con HIC hipertensiva no precisan otros estudios de neuroimagen adicionales salvo una prueba de control en las primera 24-48horas (grado de recomendación B). En todos los demás casos debería realizarse una prueba de neuroimgagen de control en las primeras 4 semanas.
Si está indicada la evacuación quirúrgica urgente de una HIC no hipertensiva, la patología subyacente debería ser estudiada preferiblemente mediante angio-TC, o alternativamente mediante angio-RM o arteriografía con sustracción digital (nivel de evidencia IV).
Si no está indicada la evacuación quirúrgica urgente de una HIC no hipertensiva, la patología vascular subyacente debería ser estudiada mediante:
a) RM si se sospecha cavernoma o angiopatía amiloide cerebral.
b) Angio-TC o angio-RM si se sospecha una trombosis de senos durales.
c) Angiografia con sustracción digital si se sospecha un aneurimoa roto o una MAV dural o pial.
Los Accidentes Vasculares Encefálicos (AVE) constituyen la tercera causa de muerte para ambos sexos en los países desarrollados; un 20% de los mismos son de tipo hemorrágico, ocurriendo una salida brusca de sangre al espacio extravascular cerebral por diversos orígenes, denominándose genéricamente hemorragia cerebral.
La Hemorragia Parenquimatosa es una colección de sangre dentro del parénquima cerebral, secundaria a una rotura vascular no traumática, su gravedad es variable dependiendo del tamaño, tiempo de evolución y localización del hematoma, presentando, en general, una alta morbimortalidad relacionada tanto con la gravedad del cuadro como con las complicaciones secundarias al mismo.
Acorde a sus causas las HIP pueden clasificarse en primarias y secundarias. Las primarias constituyen el 80%, ocurren debido a la ruptura de un vaso de la red vascular cerebral normal, por debilitamiento de su pared por la presencia de trastornos degenerativos.
Putaminales: son los más frecuentes (40-50%), la hemorragia puede permanecer circunscripta o extenderse a la sustancia blanca frontal o temporal o abrirse en ventrículo. Clínicamente producen defecto motor contralateral ligero o severo que puede asociarse a hemianestesia, hemianopsia homónima, desviación conjugada de la mirada, anosognosia y trastornos de la atención. Si está en el hemisferio dominante se asocia afasia.
Talámicas: constituyen del 5 al 20% de las HIP predominan la hemianestesia con disestesias y hemiparesia variable por compromiso de la cápsula interna. Si se extiende al tallo cerebral alto produce alteraciones de la mirada vertical y pupilares.