Cuando se trata de un código ictus, la prueba de elección en primer lugar es el TC cerebral simple por ser un método eficaz, rápido y disponible con el que podemos confirmar si se trata de un ictus hemorrágico o de cualquier otra lesión que simule un ictus.
Solo en caso de no encontrar ningún hallazgo en el TC simple o alguna hipodensidad poco definida, recurriremos al TC de perfusión (MTT) y al angio-TC ante la sospecha de infarto isquémico agudo. Estas técnicas nos permiten distinguir la extensión de la zona infartada necrótica (irrecuperable) y la de penumbra (tejido isquémico en peligro, pero potencialmente recuperable).
Aunque la RMN es 100% específica requiere mucho tiempo y ante un código ictus lo que buscamos es poner en marcha de manera precoz medidas terapéuticas que puedan disminuir la morbimortalidad y mejorar la tasa de incapacidad post infarto cerebral.
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