Tras la realización en ambas pruebas se concluye la existencia de hallazgos BIRADS 5, altamente sugerente de malignidad (VPP para cáncer superior al 95 %), se establece como primera opción diagnóstica cáncer de mama.
DIAGNÓSTICO FINAL: NODULO BIRADS 5 EN CSE DE MAMA IZQDA
La mamografía es el método de imagen básico e imprescindible en el diagnóstico de la patología mamaria, el único reconocido como técnica de despistaje para el cáncer de mama (CM), permitiendo su detección precoz, y el único que ha demostrado una reducción de las tasas de mortalidad por CM 3. Actualmente, existe consenso que la estrategia más eficaz a la hora de realizar una mamografía es que conste de una doble proyección por cada mama.
La Sociedad Americana contra el Cáncer (American Cancer Society, ACS) recomienda que las mujeres comiencen a realizarse mamografías a partir de los 40 y que las mujeres a partir de los 55 años puedan pasar a realizarse una mamografía cada 2 años o continuar los exámenes de detección anuales, si lo desean. Según la Comisión Europea los grupos de edad diana para los programas de detección del cáncer de mama se encontrarían en el rango de 50 a 69 años.
En nuestro caso, la paciente se encuentra en el rango de edad en el que se recomienda la realización de mamografía (62 años) y teniendo en cuenta la previa obtención de una imagen sospechosa, la mamografía sería la técnica más apropiada.
En los BIRADS 5 (95 % de probabilidad de malignidad) se suele tomar como primera opción diagnóstica el cáncer de mama; el que se da con mayor incidencia es el carcinoma ductal, seguido del carcinoma lobulillar.
El cribado de cáncer de mama es de gran importancia para la detección de dicha patología, tal y como ha ocurrido en el caso de nuestra paciente, que había sido derivada desde el programa de cribado. A través de la mamografía periódica ha demostrado su capacidad para disminuir la mortalidad por esta enfermedad. Se estima que la disminución de la mortalidad sería de un 40% para mujeres de 50-69 años que se realizan mamografías de cribado.
La prueba imprescindible en el diagnóstico de la patología mamaria es la mamografía, que nos permite su detección precoz. La información obtenida con esta es frecuentemente completada con la realización de una ecografía con punción (en nuestro caso una BAG), que nos permite verificar o completar el diagnóstico radiológico y llevar a cabo después uno anatomopatológico.
Otra prueba radiológica que podría realizarse sería la resonancia de estadificación; evaluando el tamaño del tumor primario (T), los ganglios linfáticos regionales (N) y las metástasis a distancia (M). Permitiéndonos así evaluar la gravedad.
Este sistema comprende dos métodos: el clínico y el patológico. El clínico (cTNM), se elabora sobre los datos semiológicos iniciales (clínica y hallazgos radiológicos) y se emplea para la indicación del tratamiento primario. El patológico (pTNM), se elabora sobre los hallazgos anatomopatológicos tras la cirugía, aporta datos precisos sobre la extensión de la enfermedad y se emplea para la indicación del tratamiento adyuvante y para establecer un pronóstico.
Finalmente, el tratamiento de elección en el cáncer de mama dependerá diversos factores, tales como: el subtipo de tumor, el estadio del tumor, marcadores genómicos, la edad de la paciente, el estado de salud general, el estado de la menopausia, sus preferencias y la presencia de mutaciones conocidas en los genes heredados del cáncer de mama, como BRCA1 o BRCA2.
En plano terapéutico cabe destacar la importancia de la radioterapia para destruir las células cancerosas. El tipo más frecuente de tratamiento con radiación es la radioterapia con haz externo, radiación administrada desde una máquina externa al cuerpo. También se usa, en menor medida, la radioterapia intraoperatoria (se administra tratamiento con radiación usando un catéter en el quirófano) y la braquiterapia (colocando fuentes radiactivas en el tumor).