7. DIAGNÓSTICO FINAL: Timoma en mediastino anterosuperior.
8. DISCUSIÓN
En la primera imagen radiológica, correspondiente a la radiografía PA y lateral de tórax hay que aclarar ciertos aspectos. En la proyección postero-anterior es difícil apreciar una lesión clara, aunque si que se puede intuir un cierto ensanchamiento del mediastino superior. Los hilios están respetados. Es en la proyección lateral donde vemos esas densidades que ya nos hacen sospechar que puede haber una patología en la caja torácica. En ninguna de las dos proyecciones se aprecia densidad aire que nos haga entrever un neumoperitoneo, ni densidad hueso que haga lo propio con las microcalcificaciones. Tampoco se aprecia un patrón en vidrio deslustrado ni un patrón intersticial bilateral, así como alguna consolidación. En la 2a imagen, correspondiente al TAC, vemos esa masa homogénea y bien definida. Deja su impronta en tanto en el tronco braquiocefálico izquierdo como en el derecho. Se acompaña de una adenopatía mamaria interna, señalada con una flecha en la imagen inferior.
Hay diversas patologías que pueden corresponderse a esta neoplasia, pero sobre todo las 3 patologías más probables de este cuadro son: un timoma, un bocio y/o un cáncer tiroideo o un linfoma.
Los timomas son una neoplasia poco frecuente. Suelen afectar más a adultos entre 40-60 años, aunque también se encuentran en niños. Son tumores que ocupan el espacio prevascular, desplazando a los grandes vasos. Aproximadamente el 30% son asintomáticos, pero en otras ocasiones pueden causar clínica como dolor en el pecho o tos persistente, como ha ocurrido en este caso.
El tratamiento idóneo en los timomas es el quirúrgico, para extirpar de forma completa el tumor. Pueden surgir complicaciones derivadas del proceso, como neumonías, neumoperitoneo o mediastinitis, aunque no son frecuentes. Es preciso realizar un estudio en profundidad del paciente, pues aproximadamente el 40-60% de los timomas se asocian a enfermedades autoinmunes, destacando entre ellas la miastenia gravis.
Otra opción es que sea un carcinoma de tiroides, incluso un bocio tiroideo, el cual se define como un agrandamiento del tiroides por múltiples factores, como genéticos o nutricionales (déficit de ingesta de yodo). En estos casos, lo más frecuente es notar una masa en el cuello, ya sea a simple vista o a la palpación. En ocasiones llega a comprimir la vía aérea y requiere una tiroidectomía.
En cuanto a la posibilidad de que sea un linfoma, solo el 10% de los linfomas mediastínicos son primarios (es decir, originados allí). La mayoría de ellos (de los que afectan al mediastino) forman parte de una enfermedad diseminada. Además, en la mitad de los casos se acompañan de derrame pleural, lo cual no ocurre en esta paciente. Dentro de los linfomas, el de Hodgkin es el que se da con más frecuencia. Se trata de un tumor que afecta a los ganglios mediastínicos (en este caso hay uno afectado). Es un tumor de etiología desconocida, aunque parece que el virus de Epstein-Barr podría estar implicado en su desarrollo. Algunos de los síntomas son sudoración nocturna, fiebre y pérdida de peso, por lo que una buena anamnesis es fundamental para sospechar sobre este tipo de linfoma. Los tratamientos consisten en quimio, radioterapia y/o inmunoterapia (utilizando inhibidores de PD-1 o PD1-L para solventar los mecanismos de evasión de las células tumorales).