El tromboembolismo pulmonar, también conocido como TEP, es la oclusión o taponamiento de parte del territorio arterial pulmonar a causa de un émbolo o trombo que se desprende y viaja por los vasos hasta enclavarse y obliterarlos. Cabe destacar que, en la gran mayoría de los casos, este trombo es originado en las venas de miembros inferiores. Se estima que es la tercera causa más frecuente de enfermedad cardiovascular con una incidencia anual de 100–200 casos por cada 100.000 habitantes y es la mayor causa de morbilidad, mortalidad y hospitalización en Europa. En cuanto a la clínica, los pacientes con TEP suelen cursar con un cuadro de disnea, dolor torácico de aparición brusca y mareo, así como más síntomas como tos con un esputo sanguinolento, exceso de sudoración, cianosis y fiebre. La probabilidad de muerte con un tromboembolismo pulmonar depende del calibre de la obliteración, pero no es infrecuente pues está comprometiendo el riego de ese territorio al bloquear el paso sanguíneo.
La primera prueba radiológica que realizamos cuando se sospecha de un paciente con estos síntomas es la radiografía de tórax. Esta puede ser normal, sin alteraciones observables, o bien puede presentar anormalidades como atelectasias basales pulmonares con elevación diafragmática y derrame pleural, que puede ser tanto unilateral como bilateral.
Tras valorar el riesgo al ver la placa de tórax, el protocolo contempla emplear la escala de Wells. Esta escala es un sistema de predicción clínica para TEP y y trombosis venosa profunda (TVP), que nos permite conocer si es indicado someter a nuestro paciente a una angio-TC para conocer más acerca del posible tromboembolismo pulmonar o, de lo contrario, no está indicado. También se debe tener en cuenta los valores del dímero D, si están elevados o no, puesto que de acuerdo con guías de práctica clínica (Preevid), en el supuesto de TEP probable (pacientes con puntuación > 4, así como aquellos con una probabilidad clínica poco probable, pero con un nivel de dímero D > 500 ng/mL), debería realizarse una angio-TC, cuando sea factible. Un resultado positivo confirma el diagnóstico de TEP y los pacientes deberán ser anticoagulados inmediatamente. En pacientes con una angio-TC negativa, la probabilidad de TEP es baja y no se requerirían más pruebas.
A la hora de interpretar una angio-TC, se tiene que observar un defecto de repleción en la luz de vasos pulmonares para diagnosticarlo. Este defecto consiste en una ausencia de penetración de contraste en estos vasos producido por un trombo impidiendo su flujo.