La resonancia magnética difusión se hace con contraste. Así, si tenemos un tumor, la perfusión (que se hace en T2) hace que la zona se oscurezca y se torne negruzca. Si tenemos un tejido normal y el tumor tiene mucha neovascularización y hacemos pasar el contraste por los vasos podremos observar que la cantidad de contraste que pasa por los vasos del tumor es mayor debido a la gran cantidad de vasos que presenta el tumor con respecto al tejido normal.
Lo que ocurre es un efecto T2 inicialmente porque el efecto de alteración de T2 es un efecto provocado por gradientes de campo. La caída de la señal por donde hay más vasos, es decir, en el tumor es mucho mayor que en el tejido normal y ocurriría lo contrario si lo que tuviésemos fuera un infarto celular.
Por otra parte, en un tejido normal, la difusión ocurre de forma diferente. Así, como es obvio, las moléculas de agua están en constante movimiento. Por ello, se van a mover libremente por el tejido y no van a dar señal. Pero si en lugar de tejido normal tuviéramos un infarto, estas moléculas de agua se hincharían, quedando el intersticio reducido. Por tanto, la molécula de agua quedaría atrapada y sin movimiento dentro del intersticio.
Como resumen de lo anteriormente expuesto, señalar que gracias a la difusión, los tejidos normales se verán oscuros, debido al movimiento del agua viéndose la zona de infarto blanca. Es de destacar que la técnica es muy precoz.