En primer lugar la RX simple de cráneo la descartaríamos de forma inmediata porque no nos permite ver el parénquima cerebral, que es donde se encuentran las dos lesiones identificadas con el TAC.
Un TAC con contraste intravenoso no nos daría mucha mayor información en caso de que estuviéramos ante cavernomas: se ha comprobado que, tras el contraste, se evidencia poco o ningún realce en este tipo de lesión.
Por otra parte, la angiografía resulta normal en el 45% de los casos. Cuando el diagnóstico de cavernoma no se puede llevar a cabo con TC o RMN de forma precisa la angiografía sería la 3ª opción: se indica para descartar una malformación arteriovenosa. Si la imagen de cavernoma es la típica en RMN, no está indicado hacerla.
La RMN, por su alta sensibilidad, es el examen de elección en el estudio de los cavernomas. La ausencia de artefactos óseos y la capacidad de identificar los cavernomas en sus diversas fases evolutivas (por la gran resolución que da del parénquima cerebral) es un hecho apoyado por gran cantidad de estudios.
Por otra parte, la paciente está clínicamente estable. Además, gracias al TAC que se realizó en primer lugar, podemos descartar fracturas del cráneo y hemorragias agudas que requieran de asistencia clínica inmediata. En resumen, podemos emplear la RMN aunque la técnica dure mucho tiempo, porque será la que nos proporcione mayor resolución de las lesiones que se intuyen en el TAC, ayudando al diagnóstico definitivo.